Más que un spa …

En el Spa, las mujeres nos desnudamos y con esto no me refiero únicamente a la acción de quitarnos la ropa antes de recibir un tratamiento corporal, hablo de desnudar la mente y liberar el espíritu.  No es de extrañar que después de recibir un delicioso facial o un buen masaje relajante, salgamos de la clínica estética, no solo mas livianas de cuerpo y con la piel más lozana, sino además con una belleza que se nota a lo lejos, empoderadas, más seguras de nosotras mismas y con la voracidad de comernos el mundo que normalmente nos queda chico.

A algunos hombres, les parece un gasto innecesario esto de que sus esposas o novias estén cada semana yendo por un servicio de belleza estética, a algunos otros les causa curiosidad que es lo que tanto las mantiene allí y a otros tantos sus mujeres les mienten acerca de sus citas conmigo, porque es impensable que estén perdiendo el tiempo de esa manera mientras desatienden la cocina o a los pequeños,  por unos 60 min a la semana para las muy privilegiadas o por 60 min al año para las no tan  arriesgadas, pero sea cual sea el caso, valiente la mujer que encuentra la manera de invertir en sentirse mejor con ella misma,  de cualquier forma.

Lo que muchos no saben y nunca entenderán es que en realidad el Spa es adictivo y una vez lo pruebas ya no hay forma de escaparte. Es adictivo porque en esa escasa hora a la semana, mientras reducimos  la talla del torso o eliminamos los puntos negros de la nariz,  allí se vive toda una experiencia, se encuentra un refugio donde se  habla de todo y todos,  sin tapujos, sin juicios, sin afán,  se desahogan lento y  se liberan, se descargan. Entre nosotras las mujeres reunidas, encontramos soluciones, se recomiendan abogados, se comparten terapeutas, se critican peluqueros, nos graduamos de médicos, comparamos dietas, referimos libros, catamos vinos, vendemos y compramos cremas, aprendemos rutinas de ejercicios, ensayamos juguetes para mujeres, traficamos pastillas para dormir, enderezamos maridos, corregimos hijos y a lo que no se le tiene respuesta se le investiga, en esta clínica de mujeres. Somos conocidas por poner curitas en los corazones rotos, porque no hay despecho que no se cure con unos kilitos de menos en la báscula,  acá se dan abrazos por motones y de cuando en vez también damos regaños, celebramos logros, cantamos y bailamos reguetón si el ánimo se presta o nos tomamos un café con una conversación seria antes de volver a empezar.

Despacito vamos aprendiendo a ponernos más lindas y querernos más, nos pulimos los rollitos del abdomen, alisamos las arruguitas de la frente, nos ponemos las pestañas coquetas y en el proceso entendemos que está bien, que no pasa nada si nos ausentamos del hogar una hora o tal vez un par y que se siente lindo dedicarte a ti, gustarte en el espejo y en la piel, poner en pausa la rutina y volver a sentirte mujer.

Como no me va a encantar lo que hago, si lo mas lindo en la vida es empoderar y a eso me dedico día a día, a recordarle a las mujeres que no solo es Botox lo que le hace falta en el entrecejo, que quitarte las arrugas esta bien, pero  se ve más lindo un rostro que sonríe, que refleja paz y da amor, les recuerdo que las mujeres nos vemos mas esbeltas, cuando trabajamos por mejorar día a  día, cuando cumplimos nuestros sueños, cuando apostamos por ser felices y sobre todo cuando ayudamos a otras a crecer.

Angélica Mejia, Estéticista

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